Visiones sonoras 19 – Noche 1
Festival Visiones Sonoras 19
Noche 1 – Concierto 1
Antes de iniciar el concierto, un breve acto – oficial – de instalación de VS19 a cargo de Rodrigo Sigal, director de CMMAS con agradecimientos a las Secretarías de Cultura del Estado de Michoacán, a la de la Federación, al CENART del que el CMMAS hace parte, al apoyo del British Council. A su convocatoria acudió VS y obtuvo los fondos y condiciones para la realización en 2023 de esta versión 19 con seis meses de anticipación a la fecha habitual de septiembre. Acogido en la convocatoria, el Festival se propuso centrarse en torno a temas ambientales, de sostenibilidad, emergencia climática en relación con las artes sonoras, la música, las artes y las disciplinas que quienes las practican consideran afines y relacionadas, cada quien según su parecer.
Ya ocurrieron las conferencias del día y dieron paso a los talleres de la tarde. Ahora es momento de conciertos. Junto con Rodrigo Sigal hay que celebrar que el auditorio del CMMAS esté lleno y que aún haya que encontrarle acomodo a las personas que siguieron llegando.
Programa del concierto 1
Yair López (México)
Antonio Isaac (México)
Leigh Landy (Reino Unido)
Juan Sebastián Lach Lau (México)
Tullis Rennie (Reino Unido)
Yair López presentó una pieza de música con proyección de imágenes fotográficas que reaccionaban al sonido en desplazamientos por la pantalla. El volumen estuvo bastante fuerte y entre el público hubo asistentes que se cubrieron los oídos en los momentos de mayor potencia y personas que se reubicaron para buscar distancia de las bocinas. Los referentes visuales a paisajes urbanos mal diferenciados de sus borrosos límites rurales conducían unas ciertas referencias entre sonido, imagen y cuestiones ambientales. Allí, tal vez, la violencia del volumen tan elevado tenía una intencionalidad. Todo lo cual se habría conseguido mejor con brevedad, unos recursos más interesantes para la proyección visual y el tratamiento de las imágenes y puntos más breves y precisos de violencia sonora.
La obra de Antonio Isaac entrelazaba patrones geométricos giratorios proyectados en video con cambios entre color y blancos/grises sobre negro en respuesta al sonido. Los gestos sobre sus consolas permitían adivinar su intervención para producir las transformaciones en el sonido y su correlación con las imágenes, verdadera gestualidad interpretativa y de creación. Algo se intuía como esquema narrativo, suficientemente sutil como para no ser obvio y suficientemente claro como para sugerir alguna dirección. Esta quedó más precisa con la entrada en proyección de imágenes a color de mariposas monarca que produjeron una sensación de continuidad narrativa entre las formas geométricas y los sonidos. Poético es un término que podría referirse bien a la obra que quizás se habría beneficiado de una menor duración que eventualmente le restaría a cierta abundancia en la reiteración. Una obra bellamente concebida, interpretada en una acción performativa con soltura y continuidad. Si se disolvía el hilo, sin que se perdiera, era quizás por el retorno a gestos de interpretación/ejecución que uso muchas veces cuando un menor empleo podría haber significado una ganancia general.
Leigh Landy titulo su obra «Aplican condiciones y restricciones». Para el público hispanohablante advirtió que podía evitar la lectura de los textos en la pantalla y que había licencia para reírse. Construyó su pieza con fragmentos de audio tomados de medios masivos como radio y televisión, voces reconocibles o que permiten identificar intencionalidades referidas a lo dicen y a cómo lo dicen, agrupadas por temas y asuntos. La velocidad, el ritmo, la conjunción narrativa tiene humor que ciertamente hace reír en un contexto que produce extrañeza porque confronta e incomoda. Esto, en el mejor sentido del término porque obliga a poner en cuestión y a tomar posición frente a lugares comunes, posiciones individuales y un entorno cultural lleno de prejuicios reforzados por la repetición e insistencia de mensajes que apabullan por su persistencia. Las traducciones al inglés de las voces en español proyectadas en blanco sobre fondo negro se movieron por la pantalla con un dinamismo acorde con el sonido, reforzaron visualmente el contenido sonoro y agregaron a la contradicción entre querer reír y cuestionar lo que producía risa. Recibió un aplauso muy nutrido y estuvo en conversación con quienes se le acercaron o concediendo entrevistas.
Le indagué sobre un momento muy puntual, corto e incisivo en el que las voces tocan el terreno de la violencia sexual. Algunas de las personas asistentes sintieron incomodidad porque les parecía que quizás hacía un chiste sobre esta forma de violencia y podía herir a quienes la hubieran padecido. Que, sobre este asunto tan grave, no se hacen chistes. Fue muy amable y respondió con inteligencia, habilidad y me gustaría decir que con brillantez al decir que su intención está en mover y conmover, llamar a que se sienta identificación, simpatía e incomodidad y que en ese punto como en muchos otros ofrecía la posibilidad de promover una reflexión crítica para no dejar pasar asuntos que son muy graves. Recordó que entre las imágenes internacionales más persistentes de México en el mundo en este momento está la de la numerosa frecuencia de los feminicidios y que es importante llamar la atención sobre la gravedad de este problema.
Por contraste, la obra de Juan Sebastián Lach, sin referentes visuales y como pieza de proyección sonora sacó provecho de la disposición de las bocinas y su gran calidad y pulcritud de sonido para brindar un momento de gran concentración auditiva.
Para el cierre, Tullis Rennie se ubicó en el escenario con un micrófono y sus consolas de audio. Una luz bien proporcionada resaltó discretamente su presencia y dio un poco de realce a sus breves y ocasionales intervenciones para decir palabras o trozos de frases en español mientras corrían los audios con voces en inglés que hacían referencia a tremendas situaciones ambientales que reclaman atención y acciones. Este fue un recurso interesante que no distraía del todo del curso de las voces proyectadas, resaltaba el contenido para una audiencia que no es angloparlante sin restarle presencia a las características de las voces, en sí mismas interesantes por el ritmo, el color o la intensidad de sus mensajes. Sus intervenciones fueron espaciadas y sin excesiva insistencia. Tampoco dejaron la impresión de que estaba leyendo un libreto y que, por el contrario, lo que había era espontaneidad y una respuesta emocional al momento. Quizás, también para esta obra como para las de Yair López y la de Antonio Isaac, un poco menos de duración la beneficiaría en términos de contundencia. El movimiento de adelante hacia atrás o entre los costados para la proyección sonora de las distintas voces le dio vitalidad y una sensación de inmersión que estuvo presente en toda la pieza.