En 1777 Mozart consiguió que el rico cirujano holandés y flautista aficionado Ferdinand de Jean le encargara varias obras para el instrumento, lo que resultó en la composición del presente y de un segundo concierto para flauta y orquesta.

Mozart concibió su Sinfonía No. 29 para cuerdas, dos oboes y dos cornos. El mismo modesto formato del que dispuso para sus conciertos de violín, con la diferencia de que, en cambio de tres, debía escribir cuatro movimientos, sin un