OS del Estado de México, Enrique Bátiz y Horus piano dúo: obras de Wagner, de Falla, Poulenc y Dvorak
Orquesta Sinfónica del Estado de México, México
Director: Enrique Bátiz, México
Solistas: Horus Piano Dúo, Egipto (Nora Emödy y Ahmed Abou-Zahra)
Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo
Viernes 29 de agosto de 2013, 20:00
Concierto cancelado
Richard Wagner (Alemania, 1813 – Italia, 1883)
El holandés errante, obertura (1841)
Manuel de Falla (España, 1876 – Argentina, 1946)
La vida breve, interludio y danza (1904)
Francis Poulenc (Francia, 1899 – 1963)
Concierto para dos pianos en re menor FP 61 (1932)
I. Allegro ma non troppo
II. Larghetto
III. Allegro molto
Antonín Dvorak (Chequia 1841 – 1904)
Sinfonía No. 7 en re menor, Op 70 (1885)
I. Allegro maestoso
II. Poco Adagio
III. Scherzo: Vivace
IV. Finale: Allegro
Antes del Holandés errante Wagner escribió tres óperas; se trata de obras tempranas que esbozan algo de lo que el compositor hizo más adelante, y no logran reunir los elementos que sobresalientes en el Holandés, su ópera más representada en la actualidad. Justamente en el Holandés, Wagner hizo uso frecuente y sistemático del procedimiento del leitmotif con el cual identifica a un personaje con una cierta melodía que dibuja su personalidad y va dejando en el oyente una sensación de reconocimiento. Si algo en esta obertura lleva a asociaciones con películas de superhéreos voladores, no se trata de un accidente, pues es a partir del Holandés que Wagner se concentró cada vez más en presentar figuras míticas elocuentes. Mahler, su discípulo musical, si no real, continuó la línea compositiva de Wagner. Varios músicos formados a la vera de Mahler emigraron a los Estados Unidos cuando la situación generada por los nazis hizo intolerable su permanencia en Europa. Entre ellos, Erich Korngold quien encontró trabajo en Hollywood, en donde escribió música orquestal con un estilo que aún se mantiene en producciones muy recientes, lo que indica que, a pesar de los años, seguimos expuestos al estilo de Wagner.
La vida breve no encaja propiamente en el esquema europeo de la ópera y se prefiere, más bien, llamarla un drama lírico, debido a su corta duración y a la ausencia de un desarrollo dramático y argumental propiamente dicho. La obra fue compuesta por Falla para una convocatoria española de 1904 y se estrenó en Francia en versión francesa en 1913, pero tuvo que pasar más de año y medio antes de que se presentara en España. La pieza contiene música instrumental que le ha dado un lugar habitual como pieza de concierto. Su para entonces, joven compositor, todavía cercano al lenguaje musical del romanticismo tardío, la compaginó muy bien con elementos del impresionismo musical como el que practicaron compositres franceses como Debussy y Ravel y, a la vez, incluyó algunas características más contemporáneas como las que más tarde empleó en El sombrero de tres picos para los Ballets Russes de Diaghilev.
En documentos provenientes de Poulenc quedó plasmada la admiración de este compositor francés por los conciertos para piano de Mozart, particularmente por el de dos pianos K 365 y el K 467, para un piano y orquesta. De este último hay referencias en el segundo movimiento, y, no obstante, el presente concierto goza de toda la jovialidad sin pretensiones, la velocidad alegre, las citas reales o aparentes de ritmos de cabaret y jazz o de otras músicas populares. A Poulenc le tomó, a lo sumo, tres meses componer este concierto que se estrenó en Venecia al inicio de la temporada musical de 1932, con el compositor tocando uno de los pianos. Los instrumentos de percusión resaltan el carácter percusivo de los pianos, que prácticamente no dejan de sonar un momento en toda la pieza, en una especie de puente que los conecta con los vientos y la percusión, por encima de las cuerdas que tienen un papel menos sobresaliente del que normalmente tendrían en un concierto con instrumento solista.
Dvorak era un violinista y violista más que competente, gracias a ello tuvo ocasión de ejecutar obras de Wagner dirigidas por el propio compositor. Esta experiencia marcó a Dvorak como compositor en sus primeros intentos en el género de la ópera. Sin embargo, Chequia y Bohemia se encontraban en un momento de gran agitación cultural y política, en las que Dvorak tomaba parte manfestando su interés por la independencia de la región frente al imperio Austríaco, que había mirado tan mal a la tierra de Dvorak y a sus habitantes. Así que, a pesar de disfrutar del apoyo de Brahms en Viena y dejando de lado los valiosos consejos de otros de sus seguidores germanoparlantes, se negó a trasladarse a Viena y a escribir óperas y otras piezas vocales en alemán. Prefirió hacer su carrera con más apego a las aspiraciones nacionales checas y bohemias y esto lo llevó a aceptar invitaciones para publicar sus composiciones en Inglaterra y finalmente, para comenzar a viajar allí, donde sus obras fueron muy bien recibidas. De esto resultó el encargo de la Philharmonic Society de Londres para componer una nueva sinfonía, su Séptima. Dvorak se sintió muy a gusto con esta obra y la mencionó como un acontecimiento verdaderamente importante para su carrera y su vida.
Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org