OS del Estado de México, Enrique Bátiz e Irina Chistiakova: obras de Strauss, Ponce y Rachmaninov

Orquesta Sinfónica del Estado de México, México

Director: Enrique Bátiz, México

Solista: Irina Chistiakova, piano, Rusia

Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo

Sábado 24 de junio de 2017, 20:00

Richard Strauss (Alemania, 1864-1949)

Don Juan, Op. 20 (1889)

Manuel María Ponce (México 1882-1948)

Concierto para piano (1910)

I. Allegro non troppo

II. Andante espressivo

III. Vivo

Sergei Rachmaninov (Rusia, 1873 – Estados Unidos, 1943)

Sinfonía No. 2 en mi menor, Op. 27 (1906-07)

I. Largo – Allegro moderato

II. Allegro molto

III. Adagio

IV. Allegro vivace

En nuestro idioma no hacen falta referencias literarias para comprender el significado que se atribuye al calificativo de ser un Don Juan. Se trata del mujeriego promiscuo capaz de traicionar sin escrúpulos. Algo de eso hay en la versión de Mozart en su Don Giovanni, ópera que fascinaba a Richard Strauss quien a los veinticuatro años ya la había dirigido. Esa era su edad cuando se enamoró de la soprano Pauline de Ahna con quien luego se casó y se mantuvo apasionado hasta la evidencia de amor de sus Cuatro últimas canciones, dedicadas a ella. A los veinticuatro, estrenó su poema sinfónico Don Juan que representa sin palabras, desde la turbulencia de la pasión en la agitada apertura de la pieza, hasta la consagración del amor en dos momentos de énfasis que llevan hasta la conclusión.

El presente concierto para piano de Ponce solía considerarse como el único que compuso hasta cuando se descubrió entre sus manuscritos, demasiado celosamente guardados, otro que quedó casi terminado al momento de su muerte. Por esto el concierto de 1910 se viene llamando Concierto romántico o Concierto No. 1 en contraste con el No. 2. Los alumnos de Ponce que fueron catalogados como nacionalistas hicieron notar que el precursor de esa tendencia en México dentro de la línea académica fue su maestro y que el Concierto romántico podía considerarse como el gran punto de partida. La obra tiene un aspecto de virtuosismo para el solista que hace pensar en los conciertos de Rachmaninov. Otros referentes que los estudiosos resaltan apuntan a la obra de Liszt que Ponce conoció en México y que luego profundizó con su traslado a estudiar en el Conservatorio en Berlín. Allí, además, entabló contacto con pianistas compositores como el virtuoso Ferruccio Busoni con quien se dice que Ponce desarrolló una escritura pianística y forma de ejecutar el piano con virtuosismo. Hay inclusive quienes señalan que el nacionalismo en este concierto viene por la vía de Chopin aplicada al mexicanismo de Ponce. No cita textualmente canciones de la tradición popular sino que incorpora en la melodía y el ritmo una evocación de fiesta mexicana. Este concierto es romántico y mexicanista sin recurrir a la versión sinfónica de la música tradicional. Para el estreno de la obra ocurrido el 7 de julio de 1912, el director fue el compositor Julián Carrillo, con Ponce al piano como solista. El público recibió la obra con entusiasmo y las sucesivas ejecuciones dentro y fuera de México a cargo de su autor, confirmaron la acogida.

Hay una reiterada referencia anecdótica a la pausa compositiva de Rachmaninov tras el estreno de su Primera sinfonía como debida a una depresión que provino de la mala ejecución de esa obra y a la dureza de los comentarios que recibió. Como sea, volvió a componer cuando escribió su segundo concierto de piano que causó y sigue provocando furor entre sus seguidores. Esto le dio el aliento necesario para reivindicarse, ante su público y si propio, con la gran forma romántica de la sinfonía. Su Segunda sinfonía tiene la energía y el vuelo que Rachmaninov dijo que derivaba de las de Tchaikovsky. Toda la obra resalta por su entusiasmo romántico entre los extremos de la concentración y la energía explosiva, pero quizás el segundo movimiento y el final del cuarto se han ganado la máxima reputación.