Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y Gustavo Dudamel: sinfonías 5 y 6 de Tchaikovsky
Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, Venezuela
Director: Gustavo Dudamel, Venezuela
Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo
Lunes 30 de julio de 2017, 20:00
Concierto cancelado
Integral de las sinfonías de
Piotr Ilích Tchaikovsky (Rusia, 1840-1894)
Sinfonía No. 5 en mi menor, Op. 64 (1888)
I. Andante—Allegro con anima
II. Andante cantabile con alcuna licenza
III. Valse. Allegro moderato
IV. Finale. Andante maestoso–Allegro vivace
Sinfonía No. 6 en si menor, Op. 74, Patética (1893)
I. Adagio—Allegro non troppo
II. Allegro con grazia
III. Allegro molto vivace
IV. Adagio lamentoso
El sabio Charles Rosen en su libro sobre la generación de compositores románticos menciona que Tchaikovsky transformó lo que habían alcanzado Berlioz y Liszt en términos de música programática y resalta su capacidad para modificar sus temas musicales para crear tensión, sostener el interés y satisfacer al público. Enseña que el principal medio de expresión del que dispuso Tchaikovsky fue el manejo rítmico y llama la atención sobre su uso de bloques de materiales temáticos y tonales disímiles puestos uno junto al otro que resultan en contrastes violentos entre armonía y líneas melódicas. Estos recursos resultaban novedosos frente a lo que se admitía en Europa donde toda la atención estaba puesta en el desarrollo de las ideas musicales con sus consecuentes entramados armónicos y tonales de suerte que los puntos de partida quedan atrás y la música, con un finalismo de metas, señala el punto a donde quiere llegar. Pero las sinfonías de Tchaikovsky son episódicas y en vez de progresar como lo harían las de los germanos, recaen en las melodías de las que partieron. Se responsabiliza de esto a la preocupación de Tchaikovsky por componer ópera y música para ballet cuyos contenidos musicales resultan necesariamente episódicos. La creatividad de los compositores rusos, sostiene Rosen, gira en torno a la inercia más que al movimiento. Ese retorno a la melodía provoca una sensación de quietismo, de foco en torno a un centro.
Y aun con la preciosa argumentación de Rosen, la Quinta de Tchaikovsky produce una emoción que proviene de diestros manejos de otros elementos como el contraste de timbres entre los diversos instrumentos de la orquesta, el manejo de dinámicas contrastantes que van desde sonidos sutiles quedísimos hasta violentas explosiones de potencia. La Quinta y especialmente la Sexta, presentan aquello que el célebre musicólogo Gerald Abraham describía como contrastes de volumen sonoro que ayudan a crear tensión y rayan en la histeria. Rosen, a su vez, hizo responsable a Tchaikovsky de enseñarle a Mahler a presentar en público la intimidad de sus sentimientos.
La Quinta fue una dura lucha en la que Tchaikovsky sufrió ante la necesidad de componer, la imposibilidad de recabar ideas, el esfuerzo por darle arranque a la obra y luego el penoso avance mientras lo acosaba la sensación de que con la llegada de la vejez (cuando apenas rondaba los cincuenta), se había secado la fuente de su creatividad. Luego encontró que el resultado no era insatisfactorio. Tras el estreno lo volvieron a perturbar las dudas acerca de la insinceridad de la obra, de su artificiosidad. Pero cuando la pieza se tocó en Hamburgo y en cada nueva presentación el compositor la encontraba más satisfactoria, entonces reflexionó y admitió que quizás había sido inmerecidamente duro con su composición. La obra no sigue un programa extra musical y es la razón de que le hubiera causado inquietudes a Tchaikovsky.
La Sexta y última, en cambio, tiene un programa, sólo que se ignora cuál es puesto que el compositor lo dejó en completa reserva. Lo que sí compartió fue que, como resultaba frecuente entre los rusos, mientras la componía dio rienda suelta a su sentimentalidad más emocional. Hizo confesión de que cuando componía, lloró copiosamente. Le costó poco esfuerzo escribirla y en cambio de acabar con un movimiento conclusivo ruidoso y altisonante, que es lo que ocurre al final del tercero, deja que la obra se desvanezca calladamente en el cuarto. La obra se estrenó, fue bien recibida y unos días después los amigos y seguidores acompañaron el entierro de Tchaikovsky, muerto a los cincuenta y tres años.
Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org