Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y Gustavo Dudamel: obras de Silvestre Revueltas e Igor Stravinsky

 

 

Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, Venezuela

Director: Gustavo Dudamel, Venezuela

 

Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo

Jueves 11 de abril de 2013, 20:00

 

 

Silvestre Revueltas (México, 1899 – 1940)

La Noche de los Mayas

I. Noche de los Mayas. Molto sostenuto

II. Noche de Jaranas. Scherzo

III. Noche de Yucatán. Andante espressivo

IV. Noche de encantamiento. Tema y variaciones

 

Igor Stravinsky (Rusia, 1882 – Estado Unidos, 1971)

La Consagración de la Primavera

I. La adoración de la Tierra

II. El Sacrificio

 

El mes entrante se conmemora el centenario del estreno de La Consagración de la Primavera en París. La obra puede oírse como parte de un ballet, pero con más frecuencia, como música sola, dotada de una polirritmia permanente, de unas de melodías que empiezan y se quedan en fragmentos y de una tensión creciente que no encuentra relajación sino en la última nota. Los aires de música campesina rusa vagamente folclóricos, pero sin citas textuales, están en todas partes, todo el tiempo, al igual que un pulso hecho de melodías. Toda la orquesta es un gran instrumento rítmico. Este fue un tremendo descubrimiento, un aporte maravilloso, un gran quiebre con la tradición académica de la música europea.

Stravisnky ya había estrenado El Pájaro de Fuego y Petrushka para la empresa de Diaghilev. El público entendía que en Stravinsky las nociones más novedosas de ritmo, pulso, tiempo, contrapunto y manejo melódico podían romper incluso los nuevos parámetros planteados por Debussy. La noche del estreno de Le Sacre de Printemps se formaron dos bandos que no oyeron ni dejaron oír la obra mientras los bailarines de los Ballets Russes de Sergei Diaghilev seguían la coreografía de Vaslav Nijinsky que se desarrollaba entre los decorados de Nicholas Roerich y Ernest Ansermet* dirigía la orquesta en el Théâtre des Champs Elysées. Una parte del público asistió al estreno de La Consagración con la intención de sabotear el espectáculo. Entre el público estaban los compositores escandalizados por la declaratoria de caducidad de su propia música frente a la de un Stravinsky de apenas 30 años de edad. Los que favorecían la nueva música gritaron por encima de los contrarios, mientras Stravinsky, temeroso de la reacción de la masa enardecida, se puso su abrigo y se alejó del teatro.

Después, en el continente americano el nombre de Stravinsky se sumó a los de Bartók y Hindemith como influencias liberadoras de la energía que pujaba por encontrar expresión en la música. En México Carlos Chávez y Silvestre Revueltas dieron conciertos en los que se tocó la música de Stravinsky, junto con la suya propia. Revueltas se expresó en composiciones que realizaron de manera variada su separación del nacionalismo oficialista y dogmático mexicano, con el uso de elementos folclóricos sin citas textuales y con la participación rítmica de toda la orquesta, incluyendo los instrumentos propiamente rítmicos.

Mientras Europa se escandalizaba frente a la polirritmia, el escritor y musicólogo cubano Alejo Carpentier (La Música en Cuba, El Acoso, La Consagración de la Primavera) encontraba de lo más natural lo que estaba sucediendo y resaltaba en la obra de Villa-Lobos el encuentro entre Europa y los ritmos brasileños. En adelante y hasta su muerte, Carpentier practicó el barroquismo americano del idioma, la música y la arquitectura y sintetizó mucho de esto en lo que llamó lo real maravilloso en la cultura americana, especialmente latinoamericana. Carpentier y Revueltas coincidieron en Europa cuando ambos asistieron a presenciar el desastre de la Guerra Civil en España. Revueltas regresó a México en 1937 y murió allí en menos de 20 meses, a los 39 años de edad. Silvestre Revueltas compuso la mayoría de su música en apenas diez años. En España dirigió eventos orquestales en Valencia, Madrid y Barcelona, pero sintió un profundo dolor por no contar con qué defender al pueblo español más que con la música y por no poder luchar contra el hambre y la orfandad con medios más aptos.

Al regresar de España, en pésima condición económica y aún más sensible ante la pobreza, se fue a vivir a una de las zonas pobres de la ciudad de México. Allí comenzó su etapa más productiva. Compuso los cuadros orquestales para la película de Chano Urueta. A la pésima cinta no la salvan la excelente música de Revueltas ni la fotografía de Gabriel Figueroa, quien trabajó con Buñuel (Los Olvidados, Nazarín), John Huston (La Noche de la iguana, Bajo el volcán) y muchos directores más. La música que Revueltas compuso para la película de 1939 se convirtió en la obra orquestal que se conoce a partir de 1960 por el trabajo de arreglo y compaginación que hizo el director mexicano José Ives Limantour.

Si en el presente concierto, La noche de los Mayas no estuviera acompañada de La Consagración de la primavera, sería pertinente anotar el carácter stravinskiano de la obra del mexicano, siguiendo a los numerosos comentaristas que lo han mencionado. De eso, sin embrago se encargará la Orquesta. En La Consagración se realiza musicalmente el mito de los pueblos paganos de las planicies rusas que arrancan fertilidad a la tierra con la sangre de una muchacha virgen sacrificada. Cada una de estas obras se toca sin interrupción entre movimientos.

 

*Ernest Ansermet esta nota fue publicada por error con el nombre de Ansermet como director del estreno. Sin embargo, gracias a la observación de un asistente al concierto que se comunicó con el Teatro Mayor, la falla fue detectada. El director del estreno de la Consagración de la primavera fue Pierre Monteux.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org