OFB, Thomas Zehetmair y Ruth Killius: obras de Haydn y Britten

 

 

Orquesta Filarmónica de Bogotá

Director y solista: Thomas Zethetmair, violín, Austria

Solista: Ruth Killius, viola, Alemania

 

Auditorio León de Greiff

Viernes 22 de febrero de 2019, 15:00

 

Auditorio Fabio Lozano

Sábado 23 de febrero de 2019, 16:00

 

 

Joseph Haydn (Austria, 1732 – 1809)

Sinfonía No. 49 en fa menor, Hob. I:49, La passione (1768)

I. Adagio

II. Allegro di molto

III. Minuet – Trio

IV. Finale. Presto

 

Benjamin Britten (Reino Unido, 1913 – 1976)

Concierto para violín y viola en si menor (1932)

I. Allegro non troppo

II. Rapsodia: Poco lento

III. Allegro scherzando

 

Joseph Haydn

Sinfonía No. 92 en sol mayor, Hob. I:92, Oxford (1789)

I. Adagio – Allegro spiritoso

II. Adagio

III. Minuet – Trio

IV. Finale. Presto

 

Las dos sinfonías de Haydn en este programa, sumadas a la No. 104 que se ejecutó a comienzos de este mes, son magníficos ejemplos de cómo los equívocos se han adherido con terquedad a estas obras. Los nombres de Londres (104), La pasión (49) y Oxford (92) resuenan como tarjetas de identidad de esas obras a pesar de que su autor no las denominó así y de que la aparente asociación resulta negada por hechos comprobados. La Londres fue la última de doce que asocian al compositor con esa ciudad, motivo del viaje arreglado por el intermediario Johann Peter Salomon quien le brindó a Haydn la posibilidad de ir en varias oportunidades al Reino Unido. En la primera de ellas, poco después de haber salido del servicio doméstico a la familia Esterházy, la ocasión le mostró al compositor que podía ganarse la vida como artista independiente y, para su sorpresa y la de sus contemporáneos, que era posible percibir unos honorarios más que buenos, lo que solo ocurría del costado oeste del Canal de la Mancha. Llamar Londres a la última de una docena, no es admisible y por eso los historiadores prefieren referirse a todo el grupo como «Las sinfonías Londres».

 

El nombre de La pasión se justificó, por equivocación, por el sombrío primer movimiento, lento y en modalidad menor. También porque para hacer música profana en tiempo de cuaresma en una ciudad alemana durante la prohibición recurrieron a un subterfugio para ejecutarla. Finalmente, parece que la sinfonía guarda alguna relación con una obra de teatro popular en Viena en los años de su composición que trata sobre un cuáquero y, puesto que el personaje se identifica por su práctica religiosa, a alguien se le ocurrió que La pasión traducía algo del carácter del cuáquero. La Oxford fue una de las obras de Haydn que el compositor presentó en esa ciudad universitaria tras la concesión del doctorado honorífico.  Lleva ese nombre a pesar de que la pieza no fue compuesta para la ocasión, ni estrenada allí, ni fue la única que hizo interpretar, pues había sido escrita en París y estrenada antes del viaje a Inglaterra. En ambas sinfonías de este programa, la 49 y la 92, sobresalen aspectos que el compositor manejaba con destreza como la sorpresa con giros inesperados o su combinación al crear tensión y acumularla para luego producir una bienvenida relajación con su correspondiente efecto emocional.

 

Maravilla que el doble concierto de Britten compuesto en 1932 sea una obra bastante novedosa en el repertorio, pues a duras penas lleva más de veinte años en circulación. El compositor había comenzado sus estudios en el Royal College of Music de Londres en 1930 y esta obra data de cuando tenía dieciocho años. Dejó terminados los bocetos sin revisar y es posible que no hubiera querido estrenar este concierto por la falta de compromiso y el mal desempeño de la orquesta de su conservatorio. Quedan, igualmente, algunas anotaciones del compositor que dan cuenta de su insatisfacción con fragmentos de la obra o por lo menos la sugerencia de que le resultaría necesario volver a trabajar en ellos. Como fuera, la obra quedó guardada y sin estrenar hasta cuando se encontró entre los papeles póstumos de Britten y se le encargó la preparación de una edición para publicar a Collin Matthews, compositor británico que en el decenio de 1970 fue asistente de Britten. En su trabajo como editor, Matthews resaltó que en realidad fue poco lo que debió hacer en términos de orquestación o en la escritura de las partes solistas para el violín y la viola puesto que el trabajo de su autor estaba bien detallado, era preciso y armonioso al punto de requerir apenas una buena transcripción.

 

El concierto se estrenó en el Festival de música de Aldeburgh, evento que fundaron Britten y el tenor, y compañero de años del compositor, Peter Pears, en junio de 1997 con la Orquesta Britten-Pears dirigida por Kent Nagano. Los solistas fueron Katherine Hunka, violín y Philip Dukes, viola. La primera grabación se hizo en 1998 con la Orquesta Sinfónica de Manchester, conocida como La Hallé, para el sello Erato con la participación solista de Gidon Kremer, violín y Yuri Bashmet, viola, dirigidos por Nagano.

 

En el escaso tiempo transcurrido desde su estreno, la obra ha ganado adeptos entre los intérpretes y el público. Está dotada de la frescura de otras composiciones de la adolescencia de Britten como su conocida y apreciada Sinfonietta (1932) con la que comparte elementos comunes en su escritura. La obra es una adición muy bienvenida para el reducido repertorio de conciertos dobles para violín y viola y no reclama de la benevolencia del público para con una obra de tan joven compositor. En cambio, resalta por la calidad de la escritura concertista que opone interesantemente a los solistas con el grupo orquestal, reparte eficazmente las partes entre ambos solistas y les proporciona lucimiento para el característico sonido y color de sus instrumentos.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud de la Orquesta Filarmónica de Bogotá a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.filarmonicabogota.gov.co