OFB, Felipe Aguirre y Roberto Alagna: arias de ópera de Rossini, Tchaikovsky, Donizetti y Verdi
Orquesta Filarmónica de Bogotá, Colombia
Director: Felipe Aguirre, Colombia
Solista: Roberto Alagna, tenor, Francia
Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo
Viernes 8 de abril de 2016, 20:00
Gioachino Rossini (Estados Pontificios, 1792 – Francia, 1868)
Obertura de la ópera La gazza ladra (instrumental)
Gaetano Donizetti (Italia, 1897 – 1848)
De la ópera L’Elisir d’Amore, arias
Quanto è bella, quanto è cara
Una furtiva lagrima
Piotr Ilich Tchaikovsky (Rusia, 1840 – 1893)
Polonesa de la ópera Eugene Onegin (instrumental)
Aria Kuda, Kuda
Giuseppe Verdi (Ducado de Parma, 1813 – Italia, 1901)
Obertura de la ópera La forza del destino (instrumental)
Aria de la ópera Luisa Miller
Fede negar potessi… Quando le sere al placido
Giacomo Puccini (Ducado de Toscana, 1858 – Bélgica, 1924)
Preludio Sinfónico, Op. 1 (instrumental)
Aria de la ópera Tosca
E lucevan le stelle
Aria de la ópera Madama Butterfly
Addio, fiorito asil
De la ópera Manon Lescaut, Intermezzo del acto III (instrumental)
Ruggero Leoncavallo ( Reino de las Dos Sicilias, 1857 – Italia, 1919)
Aria de la ópera Pagliacci
Vesti la giubba
Pietro Mascagni (Italia, 1863 – 1945)
De la ópera Cavalleria Rusticana, Intermezzo (instrumental)
Giuseppe Verdi
Aria de la ópera Otello
Niun mi tema
El año siguiente a la muerte de Mozart, nació Rossini. Ni bien terminaba de consolidarse el clasicismo musical, cuando de la mano de Beethoven se le comenzaban a asestar golpes románticos. Rossini hizo su parte, pero no solamente frente al clasicismo, sino también frente a una representación germánica del romanticismo. Mientras la imagen romántica del compositor lo concebía como personaje heroico, desprendido de las necesidades materiales y entregado sólo a los más elevados designios del espíritu, en el mismo siglo del romanticismo, Rossini probaba su destreza y capacidad empresarial. Sus máximos éxitos provienen de edad temprana y la totalidad de su carrera compositiva abarcó pocos decenios. Tras su período de producción y fama se retiró a satisfacer su glotonería, el gusto por las habitaciones lujosas y el placer de invertir sus ingresos en especulaciones financieras. Rossini es la antítesis, italo-francesa o latina, del romántico germánico. Para él, la composición fue un oficio que satisfizo las demandas de entretención de un público ávido de espectáculo donde las cantantes y los cantantes favoritos de los espectadores realizaron obras de imponente despliegue técnico. A partir de él, la ópera italiana y la de inclinación itálica, acapararon una centuria que tuvo su partida con Mozart. Es también el siglo que apuntó a la unificación italiana como nación-estado tras desprenderse de la larga dominación española en la mitad sur del la bota itálica, de la francesa y austriaca hacia el norte y de los estados pontificios en los que el Papa gobernaba desde Roma. Hacia 1870, Italia se vuelve una. En el proceso de unificación, el rey Víctor Manuel II, el compositor Verdi y el romántico aventurero y luchador por la independencia Giuseppe Garibaldi, representaron, como personajes de ópera, papeles que el público italiano adoró y todavía ama, con gusto más allá de Italia.
Los compositores italianos en el presente programa, tienen en Puccini a un ejemplar excepcional. Capaz de abordar la ópera con total respeto por las expectativas generales de novedad dentro de una línea con tradición sólida, su música, no obstante, es la de un autor consciente de la amplitud de opciones disponibles para la estética posromántica. Sus armonías suelen ser audaces con recurso a la disonancia y a las sorpresas, apropiadas a la pieza. Sus exigencias teatrales estuvieron a la par de las propuestas dramatúrgicas de su momento.
De Tchaikovsky se ha dicho que es el más francés de los compositores rusos. Graduado del conservatorio de San Petersburgo, en un país en donde hasta ese momento no había escuelas de formación musical, en parte porque consideraban que el oficio de músico se aprendía haciéndolo y en parte porque sospechaban que reunir estudiantes sólo podía traer problemas políticos. La historia parece haberle dado la razón a los conservadores de la derecha rusa. La gente adquirió derechos para usarlos y en Rusia, los aprovechó hasta agotarlos y hacer una revolución. Pero eso fue mucho después de Tchaikovsky, autor de la ópera Eugenio Oneguín, sobre el drama en verso del escritor Alexander Pushkin que Konstantin Shilovsky virtió a la prosa.
Las piezas instrumentales escogidas para este concierto cumplen dentro de las óperas de las que hacen parte, funciones importantes bien definidas. Las obertura comunican al público que el escenario demanda su atención y que tras su breve ejecución se alzará el telón para dar inicio a la acción escénica. Los intermezzos sirven para lo contrario. Restan atención al escenario para permitir, por ejemplo, el cambio de decorados que permite la ilusión de un traslado a otro lugar. Otras piezas, como la polonesa de Tchaikovsky, sirven para el grandioso despliegue coreográfico de un ballet.
En las arias de Donizetti, Nemorino, un modesto trabajador del campo, canta su ilusión amorosa de que Adina, la propietaria, se fije en el labriego. Luego viene la famosa aria de la lágrima furtiva, con una melodía profundamente sentimental, del enamorado que se siente tocado por el reconocimiento de su amada.
El aria de Tchaikovsky presenta al personaje Vladimir Lensky, un joven poeta, encargado de presentar a Oneguin al mundo de su amada Olga y su hermana Tatiana, para desgracia de Lensky.
En la ópera Luisa Miller, Rodolfo, el hijo del conde Walter, pronuncia primero un recitativo al que sigue el aria. El amante traicionado debate las pruebas del engaño de una mujer falaz. Enseguida describe cuánto había de su parte de honesta entrega y cómo era engañado.
En el tercer acto de Tosca, el pintor Cavaradossi espera a ser ejecutado por sus actividades revolucionarias de corte liberal. Trata de escribir la carta que enviará a su amada, la cantante Floria Tosca, pero le sobrecoge la emoción del recuerdo.
En Madama Butterfly una geisha cree tener una situación amorosa arreglada y estable con el marinero Pinkerton quien a la vez que disfruta el juego, cae víctima de él. En el aria, Pinkerton dice adiós al jardín donde se protegía de sus engaños.
Pagliacci presenta el drama de la doble vida del payaso que se viste para hacer reír mientras, en realidad, sufre de amor.
El aria Niun mi tema de Otelo ocurre en el cuarto y último acto de la ópera. Allí confluye todo el peso dramático y argumental. Los acontecimiento se concentran cuando Desdémona muere, todos acusan al celoso Otelo y este apenas logra probar no ser el matador. Allí solicita que nadie le tema. Poco más adelante Otelo, el moro de Venecia, se quita la vida en su desesperación.
Donizetti, Quanto è bella, quanto è cara!
Quanto è bella, quanto è cara!
Più la vedo, e più mi piace… ma in quel cor non son capace lieve affetto ad inspirar. Essa legge, studia, impara… non vi ha cosa ad essa ignota… Io son sempre un idiota, io non so che sospirar. Chi la mente mi rischiara? Chi m’insegna a farmi amar? |
¡Qué bella y qué adorable!
Más la veo, y más me gusta, pero en aquel corazón soy incapaz de inspirar el más leve afecto. Ella lee, estudia, aprende… No he visto cosa que ella ignore… Yo soy un idiota y sólo sé suspirar. ¿Quién la mente me iluminara? ¿Quién me enseñará a hacerme amar? |
Donizetti, Una furtiva lágrima
Una furtiva lagrima
negli occhi suoi spuntò: Quelle festose giovani invidiar sembrò. Che più cercando io vò? Che più cercando io vò? M’ama! Sì, m’ama, lo vedo. Lo vedo. Un solo istante i palpiti del suo bel cor sentir! I miei sospir, confondere per poco a’ suoi sospir! I palpiti, i palpiti sentir, confondere i miei coi suoi sospir… Cielo! Si può morir! Di più non chiedo, non chiedo. Ah, cielo! Si può, Si può morir Di più non chiedo, non chiedo. Si può morir, Si può morir d’amor. |
Una furtiva lágrima
de sus ojos brotó: Aquellos jóvenes fiesteros parecían envidiar. ¿Qué más busco yo? ¿Qué más busco yo? ¡Me ama! Sí, me ama, lo veo. Lo veo. ¡Un sólo instante, sentir los latidos de su bello corazón! ¡Mis suspiros confundiéndose casi con sus suspiros! Los latidos, sentir los latidos, Confundiéndose los míos con sus suspiros… ¡Cielo! ¡Se puede morir! Más no pido; no pido. ¡Ah, cielo! ¡Se puede! ¡Se puede morir! Más no pido, no pido. ¡Se puede morir! ¡Se puede morir de amor!
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Tchaikovsky, Kuda, kuda en transliteración de Dan Taylor
Kudà, kudà, kudà vi udalilis, vesni moyei zlatiye dni?
Shto dyen griadushki mnye gatovit? Yevo moi vzor naprasna lovit: v glubokoi ts’me tayitsa on! Nyet nyuzhde; prav sudbi zakon! Paddu li ya, streloy pranzyonni, il mima proletitona, vsyo blaga; bdieniya i sna prikhodit cias apredelyonni! Blagaslovyen i dyen zabot, blagaslovyen i ts’mi prikhod!
Blesnyeot za-utra luch dennitsi i zayigrayet yarki dyen, a ya, bit mozhet, ya grobnitsi saiduv tayinstvennuyu syen! I pamyat yunovo poeta, poglatit myedlanneya Lyeta. Zabudet mir menya ; no ti! ti!… Olga…
Skhazi, pridyosh li, dyeva krasoti, slezu prolit nad rannei urnoi i dumat: on menya lyubil! On mnye yedinoi posyatil rassvyet pecialni zhizni burnoi, akh, Olga, ya tebya lyubil! tebe yedinoi posyatil rassvyet pecialni zhizni burnoi, akh, Olga, ya tebya lyubil!
Serdyechni drug ,zhelanni drug, pridì, pridì! zhelanni drug, pridì, ya tvoi suprùg, pridì, ya tvoi suprùg, pridì, pridì! Ya zhdu tebya, zhelanni drug, pridì, pridì; ya tvoi suprùg!
Kudà, kudà, kudà vi udalilis, zlatye dni, zlatye dni moyey vesni?
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¿Adónde, adónde os habéis ido, dorados días de mi primavera? ¿Qué me depara el mañana? En vano trato de comprenderlo: ¡Todo se hunde en la profunda oscuridad! ¡No importa, es el destino! Tanto si la flecha me atraviesa, como si me evita, ¡Todo estará bien, ya sea para dormir o para despertar! ¡Bendito sea el día de la ansiedad, bendito el de la oscuridad! Al alba, la estrella matutina esparcirá su luz, mientras yo, quizás, descenderé en las sombras de la tumba y el recuerdo de un joven poeta será borrado por el fluir del Leteo. ¡El mundo me olvidará, pero tú! ¡Tú,….Olga…! Dime: ¿Vendrás, flor de belleza, a llorar sobre mi urna y a pensar: ¡Me amaba! ¡A ti sola dediqué el alba dolorosa de mi vida tormentosa! ¡Ah, Olga, te amaba! ¡A ti sola dediqué el alba dolorosa de mi vida tormentosa! ¡Ah, Olga, te amaba! Eres el tesoro de mi corazón y su único deseo. ¡Ven, ven! Soy tu esposo ¡Ven, mi amor, ven, ven! Te espero, amor mío. ¡Ven, ven, soy tu esposo! ¡Dónde, dónde os habéis ido, dorados días, dorados días de mi primavera! |
Verdi, Fede negar potessi… Quando le sere al placido
Oh! fede negar potessi agl’occhi miei!
Se cielo e terra, se mortali ed angeli attestarmi volesser ch’ella non è rea… Mentite! Io risponder dovrei, tutti mentite…Son cifre sue! Tanta perfidia! Un’alma sì nera! Si mendace! Ben la conobbe il padre! Ma dunque i giuri, le speranze la gioja, le lagrime, l’affano? Tutto è menzogna, tradimento inganno!
Quando le sere al placido chiaror d’un ciel stellato meco figgea nell’etere lo sguardo innamorato, e questa mano stringermi dalla sua man sentia… Ah! mi tradia! Allor, ch’io muto, estatico da’labbri suoi pendea, ed ella in suon angelico ,,amo te sol,, dicea, tal che sembrò l’empireo aprirsi all’alma mia!
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¡Oh, si pudiera negar lo que ven mis ojos!
Si el cielo, la tierra, ángeles y mortales me dijeran que no es culpable, debería responder: ¡Mentís, todos mentís! Es su letra! Cuánta perfidia! Qué alma tan negra y engañosa! Qué bien la conocía el padre! ¿Pero, todos aquellos juramentos, esperanzas de alegría, lágrimas y todos aquellos afanes? ¡Todo era mentira, traición y engaño!
Cuando por las noches, bajo la plácida luz de las estrellas conmigo fijaba en el espacio infinito la mirada enamorada, y esta mano sentía que la suya estrechaba… ¡ah, me traicionaba! Entonces, cuando yo mudo y estático estaba pendiente de sus labios, y ella con voz angelical decía: Te quiero! me parecía que las puertas del paraíso se me abrían en mi alma, pero no, me traicionaba! |
Puccini, E lucevan le stelle
E lucevan le stelle,
Ed olezzava la terra, Stridea l’uscio dell’orto, E un passo sfiorava la rena… Entrava ella, fragrante, Mi cadea fra le braccia.
Oh! dolci baci, o languide carezze, Mentr’io fremente le belle forme disciogliea dai veli. Svanì per sempre il sogno mio d’amore, L’ora è fuggita E muoio disperato! E muoio disperato! E non ho amato mai tanto la vita! Tanto la vita!… |
Y brillaban las estrellas,
Y olía la tierra, Chirriaba la puerta del huerto, Y unos pasos rozaban la arena… Entraba ella, fragante, Caía entre mis brazos…
¡Oh, dulces besos! ¡Oh, lánguidas caricias, Mientras yo, tembloroso, Sus bellas formas liberaba de los velos! Se desvaneció para siempre mi sueño de amor… El tiempo ha huido… ¡Y muero desesperado! ¡Y muero desesperado! ¡Y no he amado nunca tanto la vida! ¡Tanto la vida!
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Puccini, Addio, fiorito asil
Addio fiorito asil,
di letizia e d’amor. Sempre il mite suo sembiante con strazio atroce vedrò. |
Adiós, florecido refugio
de la alegría y del amor. Tu apacible rostro, siempre veré con remordimientos atroces.
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Leoncavallo, Vesti la giubba
Recitar! Mentre preso dal delirio,
non so più quel che dico, e quel che faccio! Eppur è d’uopo, sforzati! Bah! sei tu forse un uom? Tu se’ Pagliaccio!
Vesti la giubba, e la faccia infarina. La gente paga, e rider vuole qua. E se Arlecchin t’invola Colombina, ridi, Pagliaccio, e ognun applaudirà! Tramuta in lazzi lo spasmo ed il pianto in una smorfia il singhiozzo e ‘l dolor, Ah!
Ridi, Pagliaccio, sul tuo amore infranto! Ridi del duol, che t’avvelena il cor! |
¡Actuar! ¡Mientras preso del delirio,
no sé ya lo que digo ni lo que hago! Y sin embargo, es necesario… ¡esfuérzate! ¡Bah! ¿Acaso eres tú un hombre? ¡Eres Payaso!
Ponte el traje y empólvate el rostro. La gente paga y aquí quiere reír, y si Arlequín te roba a Colombina, ¡ríe, Payaso, y todos te aplaudirán! Transforma en bromas la congoja y el llanto; en una mueca los sollozos y el dolor. ¡Ah!
¡Ríe, Payaso, sobre tu amor despedazado! ¡Ríe del dolor que te envenena el corazón! |
Verdi, Niun mi tema
Tant’osi?…
Niun mi tema s’anco armato mi vede. Ecco la fine del mio cammin… Oh! Gloria! Otello fu.
E tu.. come sei pallida! e stanca, e muta, e bella, pia creatura nata sotto maligna stella. Fredda come la casta tua vita… e in cielo assorta. Desdemona! Desdemona!… Ah… morta! morta! morta!…
Ho un’arma ancor!
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¿Te atreverías?…
Que nadie me tema porque me vea armado. Es el fin de mi viaje… ¡Oh, gloria! ¡Otelo ya no existe!
Y tú… ¡que pálida estás! Tan cansada, callada y hermosa… Piadosa criatura nacida bajo mala estrella, fría como tu casta vida recogida en el cielo. ¡Desdémona, Desdémona!… ¡Ah… muerta, muerta, muerta!
¡Todavía me queda un arma!
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Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org