Francesco D’Orazio, Giampaolo Nuti y Nicola Fiorino: homenaje a Nino Rota y Maurice Ravel
Francesco D’Orazio, violín, Italia
Nicola Fiorino, chelo, Italia
Giampaolo Nuti, piano, Italia
Teatro Estudio
Sábado 7 de septiembre de 2013, 20:00
Nino Rota (Italia, 1911 – 1979)
Sonata para violín y piano en sol mayor (1936 – 37)
I. Allegretto cantabile con moto
II. Largo sostenuto
III. Allegro assai moderato – Tempo vivace
Maurice Ravel (Francia, 1875-1937)
Sonata para violín y violonchelo (1922)
I. Allegro
II. Très vif
III. Lent
IV. Vif, avec entrain
Nino Rota
Improvisación para violín y piano, Un Diavolo Sentimentale (1969)
Maurice Ravel
Trio para violín, violoncello y piano (1914)
I. Modéré
II. Pantoum. Assez vite
III. Passacaille. Très large
IV. Final. Animé
Las facetas de Rota como músico abarcan varios oficios entre los que están el de compositor de entretenimiento asociado a importantes directores de cine – Fellini, Wertmüller, Visconti, Zeffirelli -, el de maestro y director del conservatorio de Bari y el de compositor, a secas, que, a lo largo del siglo XX, produjo una obra contemporánea ajena a las vanguardias del momento. Por fuera del cine, la labor de Rota como compositor planteó comparaciones muy duras en las que a veces parece haber salido perdiendo. Fue la época de Schoenberg y del segundo atonalismo, la de Stravinsky, el ritmo furioso y las melodías contrapuestas y superpuestas y la de Bartok. Pasada la Segunda Guerra, le llegó el momento a grandes compositores de vanguardia: los italianos Maderna, Nono y Berio, el francés Messiaen y el expatriado Xenakis, junto con el contestatario Stockhausen y el inasible Cage. A su lado, Rota escribió obras con un cierto grado de dificultad técnica para los ejecutantes, como se concebía la destreza interpretativa desde el siglo XIX, pero no eran piezas que retaran la resistencia del público, ni que se destacaran por su inmediata confrontación con la tradición clásico-romántica. Por el contrario, un aspecto molestó a los seguidores de las vanguardias: la facilidad que tenía Rota para la creación de melodías y el desarrollo de las estructuras en relación con los modelos tonales que las orientan. Rota defendió estos medios de mantener la atención del público, al que además le facilita la audición y por eso es tan reciente la revaloración de la obra de este compositor.
Mientras Rota pasó los años de Mussolini y la Segunda Guerra Mundial entregado al estudio y su formación como pianista y compositor, y luego dedicado a la música para cine, la vida de Ravel muestra un panorama bien distinto. Por un lado, el tipo de personas con las que estuvo en contacto, en un momento que lleva a considerar lo que hubiera sucedido con este compositor de no haber muerto cuando la guerra civil en España se decidía en favor del bando apoyado por Mussolini y Hitler, y por otro, qué habría pasado si la dolencia que causó su muerte hubiera estado ausente hasta la invasión de Francia por los nazis. Al lado de Debussy, Ravel es tenido como el otro notable compositor impresionista, sin considerar los 18 años que Ravel sobrevivió a Debussy, ni las diferencias que se revelan en su música. Ravel fue contemporáneo de Fauré, Satie, Falla, Stravinsky, Bartok, Prokofiev y Poulenc. Como varios compositores del momento, escribió música para los Ballets Russes de Diaghilev, pero no se integró al grupo de compositores intelectuales del París de los años que van desde justo antes de la Primera, hasta justo antes de la Segunda Guerra. Su ancestro por línea materna le llevó con frecuencia al país vasco francés y, cada vez más, a la música vasca y española, al igual que a una actitud más reservada que la de sus contemporáneos, con la posible excepción de Falla. La obra con la que más fácilmente se le asocia, el Bolero, la compuso a pedido de la bailarina de mediano mérito y actriz, Ida Rubinstein, una judía rusa, que la estrenó. Esta mujer escapó de Francia ante el asedio nazi y se radicó en Inglaterra, donde recibió el apoyo del primer barón de Moyne, Walter Guinness, heredero de un imperio cervecero irlandés, amigo personal y político de Churchill que terminó sus días asesinado en el Cairo, a manos de terroristas sionistas. El pianista Paul Wittgenstein, quien perdió su brazo derecho durante la Primera Guerra, fue el destinatario del concierto para orquesta y piano para la mano izquierda de Ravel. Este Wittgenstein era un hermano mayor del filósofo Ludwig, miembros de una familia de judíos convertidos al protestantismo, primero y al catolicismo, después, que habrían perecido, de haber permanecido en Alemania bajo las leyes de pureza de sangre de los nazis. Es difícil saber qué nos dice todo esto acerca de la música de Ravel como reflejo de su tiempo. No basta con mencionar cuál fue su momento y quiénes sus contemporáneos, entre los que hay que poner a Josephine Baker y George Gershwin, es decir, al blues y el jazz. La complejidad del siglo XX, incluida la de su música y sus compositores, arman un conjunto disímil en el que las partes y sus relaciones son inquietantes.
Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org