Cuarteto Q-Arte: Reflejos de la noche – Obras de Lavista y Crumb
Cuarteto Q-Arte, Colombia
Diseñadora visual: Carmen Gil
Ingeniero de sonido: Jefferson Rosas
III Festival de cuartetos de cuerda
Teatro Estudio
Miércoles 26 de septiembre de 2018, 20:00
Mario Lavista (México, 1945)
Cuarteto No. 2, Reflejos de la noche (1984)
Sempre a tempo, con una grande precisione ritmica
George Crumb (Estados Unidos, 1929)
Black Angels (1970)
I. Departure
1. Threnody I: Night of the Electric Insects
2. Sounds of Bones and Flutes
3. Lost Bells
4. Devil-music
5. Danse Macabre
II. Absence
6. Pavana Lachrymae
7. Threnody II: Black Angels!
8. Sarabanda de la muerte oscura
9. Lost Bells (Echo)
III. Return
10. God-music
11. Ancient Voices
12. Ancient Voices (Echo)
13. Threnody III: Night of the Electric Insects
– Sarabanda de la muerte oscura (Echo)
Por estos días, treinta años atrás, dos sobresalientes cuartetos mexicanos expusieron ante académicos un par de obras destacadas de Mario Lavista. Esas obras y sus intérpretes son ahora hitos para los músicos de este continente y de los restantes en que se han presentado a lo largo de varias décadas de actividad. En esa ocasión de octubre de 1998, Lavista ofreció ante el Colegio Nacional de México un discurso sobre El lenguaje del músico que constituyó su primera lección allí. Enseguida, el Cuarteto Latinoamericano ejecutó Reflejos de la noche para grupo de arcos y luego Tambuco, cuarteto de percusiones de México, abordó la Danza isorritmica. Las palabras de Lavista ese día conservan actualidad y se pueden leer en los escritos sobre este compositor que ha publicado la musicóloga mexicana Ana Alonso-Minutti, quizás la más rigurosa estudiosa de su obra, o el compositor colombiano Rodolfo Acosta quien ha presentado la música y sus observaciones sobre Lavista en numerosas ocasiones. En las palabras del compositor, hace tres decenios,
La primera pieza es un cuarteto de cuerdas que escribí en colaboración con el Cuarteto Latinoamericano… En esta obra me propuse eliminar cualquier sonido real y utilizar únicamente sonidos armónicos; esos “polvos mágicos”, reflejos audibles de cada uno de los generadores, que sólo de manera esporádica han aparecido en la música. El título de la pieza alude a uno de los ocho breves poemas que forman la Suite del insomnio de Xavier Villaurrutia.
El poema se llama “Eco”, y dice así:
La noche juega con los ruidos
copiándolos en sus espejos de sonidos.
Intenté en esta obra – decía entonces Lavista – capturar la atmósfera nocturna y la idea de reflejo que el poema sugiere. Usar armónicos es, en un cierto sentido, trabajar con sonidos reflejados… Asimismo, la forma general está concebida como un espejo. Consta de un solo movimiento dividido en tres grandes partes, siendo la tercera un reflejo de la primera. Así, la obra termina como comenzó, creando la ilusión de una estructura temporal que retorna a su punto de partida.
En contestación a la lección de Lavista, Alejandro Rossi, escritor y filósofo miembro del Colegio Nacional, recordó que había escuchado en Bogotá esta misma obra en el Teatro Colón, seis años antes de la ocasión y que el intérprete era el Cuarteto Latinoamericano. Esa obra, pues, ya tiene una larga tradición en nuestro medio. Sólo que hoy la hace el colombiano Cuarteto Q-Arte, integrado por profesores del conservatorio de música de la Universidad Nacional de Colombia.
Lavista advirtió en 1998 que
…puesto que es mi música la que me ha traído aquí, he creído pertinente, y necesario también, que se escuchen algunas obras mías. Ellas representan una parte imprescindible de esta lección ya que son un espejo mucho más fiel que las palabras de mi pensamiento musical.
Y esto conserva validez.
Podría decirse que Black Angels de George Crumb no es un cuarteto de cuerdas sino una música con cuarteto de cuerdas. Desde su composición, hace medio siglo, son muy variadas las aproximaciones que diversos intérpretes han hecho a la obra. Si se siguieran las instrucciones de Crumb, los instrumentos de cuerdas del cuarteto serían eléctricos y habría una determinada disposición de los cuatro en el escenario. Los músicos deberían emplear sus voces, un gong, maracas, copas de cristal, varillas de vidrio, dedales metálicos, tam-tam con su golpeador, también un arco de contrabajo para golpear el tam-tam y una puya metálica. La obra suponía unos ciertos desplazamientos de los ejecutantes en el escenario y abajo del mismo. Es decir que, desde su concepción, la pieza llama a una ejecución performática de esta obra que comienza y retorna con el nerviosismo de su apertura.
Black Angels alude a la guerra que el ejército de los Estados Unidos libró en Vietnam y a los negros aparatos que llenaron el cielo del país y que dispensaron la muerte desde las alturas.
Son abundantes las ejecuciones presentadas como música de cámara, con los integrantes del cuarteto posicionados sobre el escenario efectuando desplazamiento limitados. De esa manera es posible que la versión se concentre demasiado en uno sólo de los aspectos de la pieza que, por amplia que sea, deje por fuera opciones que el compositor previó y que, con los años se han expandido hacia un empleo más extenso de posibilidades sonoras, visuales y performáticas.
Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org