Concierto 5 – Filarmónica Joven de Colombia, Adrián Chamorro y Benjamin Schmid: K 135, K 211, K 201/186a y K 183/173d

 

 

 

Segunda edición del Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá
Bogotá es Mozart, 1 al 4 de abril de 2015

 

15 escenarios en 10 localidades de la ciudad
63 conciertos, más de 500 artistas y 44.000 asistentes

 

Concierto No. 5

Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo
Jueves 2 de abril de 2015, 10:00

 

Filarmónica Joven de Colombia

Director: Adrián Chamorro, Colombia

Solista: Benjamin Schmid, violín, Austria

 

Obertura de la ópera Lucio Silla, K 135 (1772)

I. Allegro molto

II. Andante

III. Allegro molto

 

Concierto para violín No. 2 en Re mayor, K 211 (1775)

I. Allegro moderato

II. Andante

III. Rondó: Allegro

 

Sinfonía No. 29 en La mayor, K 201/186a (1774)

I. Allegro moderato

II. Andante

III. Menuetto: Allegretto; Trio

IV. Allegro con spirito

 

Sinfonía No. 25 en Sol menor, K 183/173d (1773)

I. Allegro con brio

II. Andante

III. Menuetto e Trio

IV. Allegro

 

Con su temprana muerte a los 35 años de edad, con su vida personal y musical bajo la tutela de su padre hasta los 25 y con su personalidad enérgica y vivaz, podría decirse que la obra de Mozart nunca perdió un aire de juventud que la mantiene siempre vigente. No obstante, en sus composiciones hay terreno de sobra para el contraste emocional y para percibir una inteligencia pulida en sus creaciones. Dicen los estudiosos de su obra que la situación personal de Mozart tiene reflejo en las composiciones del momento y que este rasgo es distintivo de su obra como manifestación del romanticismo que comenzaba a expresarse con menos restricciones a partir de 1770.

La ópera seria Lucio Silla fue el segundo encargo consecutivo de Mozart para el teatro ducal de Milán. El género reclamaba el conocimiento y la obediencia de determinados patrones que hacían de la ópera seria en italiano un formato claramente establecido que el público esperaba reconocer y los compositores y sus libretistas debían seguir con cierto apego. El libreto es de Giovanni de Gamerra, autor de varios textos para compositores exitosos del momento como Paisiello y Salieri. Para la fecha del estreno Mozart estaba apenas a un mes de cumplir sus 17 años y contribuyó al repertorio con una ópera mejor y más sólida que sus anteriores, especialmente Mitrídate escrita para el mismo escenario, más ajustada a los cánones del género y con mayor dominio de los requisitos de la ópera italiana y, sin embargo, se tomo algunas libertades que denotan su personal aproximación y sus rasgos distintivos como compositor. La obra fue un éxito en su momento y ayudó a cimentar la categoría del compositor como autor de óperas. La obertura, una breve sinfonía, mantiene instrumentalmente un sabor a música vocal y a drama operístico en sus tres movimientos marcados allegro molto, andante y allegro molto.

En 1775 Mozart se encontraba trabajando en su ciudad natal de Salzburgo como concertino en la orquesta de la corte. En ese papel debía suministrar composiciones nuevas, encargarse de los ensayos, tocar la parte solista y dirigir la orquesta. Ese año el compositor escribió cinco conciertos para violín y una orquesta de cuerdas con pares de oboes y cornos. En este segundo concierto, el primer movimiento se inicia con un aire que presenta la orquesta antes de que entre el violín que, gradualmente, se apropiará del papel de mayor relieve frente al grupo con el mantiene un intercambio de frases en las que se alternan uno y otro. El segundo movimiento ofrece al solista amplias oportunidades de mostrar sus destrezas en solitario. Concluye el tercer movimiento en un rondó en forma de sonata simplificada pues los temas quedan expuestos sin desarrollarlos, pero en cambio si con los retornos de las melodías como corresponde con el esquema del rondó.

Mozart concibió su Sinfonía No. 29 para cuerdas, dos oboes y dos cornos. El mismo modesto formato del que dispuso para sus conciertos de violín, con la diferencia de que, en cambio de tres, debía escribir cuatro movimientos, sin un solista instrumental y con un peso y balance distinto entre los movimientos. La obra inicia con un gracioso motivo que comienza con un descenso de una octava entre la primera y segunda nota y que volverá a escuchar en el cuarto movimiento, dándole a toda la obra un carácter cíclico muy cómodo. Tanto en esta como en la siguiente sinfonía Mozart usó la forma sonata como patrón para el primero, segundo y cuarto movimientos, lo que en sus días brindaba una buena orientación a los músicos y al público que esperaban con seguridad la presentación de los dos temas o motivos musicales, seguidos del trabajo de desarrollo de las ideas expuestas y terminados cuando el tema principal regresa a manera de anuncio de que el movimiento concluyó. El tercer movimiento es un minueto con su sección contrastante llamada trío, que se contrapone al resto de movimiento por su carácter más nervioso y acelerado con notas breves y un ritmo más acelerado.

Una compañera habitual de la anterior sinfonía en los programas de concierto es su la No. 25, compuesta para conjunto de arcos, dos oboes, 2 fagotes y cuatro cornos, lo que le agrega peso y un color instrumental un poco más oscuro junto con una textura ligeramente más áspera por el juego entre maderas y metales. También fue escrita para el establecimiento musical de la corte de Salzburgo, pero en ambas sinfonías saca gran provecho de la alternación entre movimientos lentos y rápidos para crear matices de expresión y sensibilidad. Con esta obra Mozart se atrevió a plantear una música tan estremecedora y violenta que se inscribe en la versión musical del movimiento del Sturm und Drang (tormenta y clamor) que vertía la posición más germana del romanticismo, cuyo propósito inmediato era sacudir al público mediante raptos de pasión. Así se presentan el primer tema, seguido de un segundo tema aún más estremecedor, un desarrollo que se eleva aún más y una recapitulación todavía más intensa. El segundo movimiento es más lento y en tonalidad mayor para acentuar la contraposición con el movimiento precedente. Las cuerdas se tocan con sordina y el general domina un sentimiento de tristeza en el movimiento, que los fagotes acentúan en cada respuesta a las cuerdas. El minueto del tercer movimiento brinda nuevamente gracia y descanso, muy brevemente, para entrar al febril movimiento final que concluye en fortísimo. Según se vea, la obra contiene trazos del barroco musical tardío que recuerdan a Tarini, o efectos novedosos que cimientan los recursos del clasicismo.

 

Orquesta Filarmónica Joven de Colombia

La OFJC se creó en 2010 por la Fundación Bolívar Davivienda en asocio con la Fundación Nacional Batuta y la Orquesta Joven de las Américas. Esta agrupación está integrada por más de cien músicos escogidos anualmente en un riguroso proceso de selección para participar en este proyecto becario que les ofrece oportunidades de afirmarse en su dedicación a la música sinfónica. La OFJC da a sus integrantes ocasiones para tocar con la guía de destacados directores de orquesta y siguiendo las instrucciones de intérpretes que les imparten una práctica con los patrones de las orquestas más exigentes del mundo. Los miembros de la OFJC adquieren así la experiencia necesaria para presentarse como candidatos a ocupar plazas estables en orquestas de elevado nivel. Desde 2014 la Orquesta cuenta con la dirección artística y musical de Andrés Orozco Estrada quien orienta las giras de enero y abril que tienen lugar en el Teatro Mayor, el Metropolitano de Medellín, el Amira de la Rosa de Barranquilla y el Centro de Convenciones de Cartagena, entre otros. Con el aporte de Adrián Chamorro como director y solista, la OFJC estudia el repertorio del barroco y el clasicismo con recursos artísticos propios de los siglos XVII y XVIII. La Orquesta ha actuado con la batuta de directores como Carlos Izcaray, Rinaldo Alessandrini, Alejandro Posada, Salvatore Accardo, Claudio Cruz y Matthew Hazelwood, quien fue su Director Artístico entre 2010 y 2012. También ha contado con solistas internacionales como los violinistas Vahid Khadem Missagh, Sarah Chang, Joshua Bell, el trompetista Hans Peter Schuh, el clarinetista José Franch Ballester y la chelista Ageet Zweistra, entre otros y los colombianos Santiago Cañón, chelo, Jorge Andrés Pinzón, oboe, Angélica Gámez y Luis Martin Niño, violín, Eduardo Rojas, piano, y el clarinetista Guillermo Alberto Marín, para mencionar algunos.

 

Adrián Chamorro, director (Colombia)

En su larga y sobresaliente trayectoria, el maestro Chamorro se ha desempeñado como violinista en agrupaciones como La Chapelle Royale, tocando al lado del Collegium Vocale de Gante y con la Orquesta de los Campos Elíseos dirigidas por Philippe Herreweghe. También con orquestas como Hesperion XX de Jordi Savall, el Concerto Italiano de Rinaldo Alessandrini y varias otras que diferencian entre instrumentos del barroco, el clasicismo y modernos, según los requerimientos artísticos e históricos de las piezas en su repertorio. Fue miembro fundador del Cuarteto Turner con el que grabó cuartetos de cuerdas de Beethoven. Con estas y otras agrupaciones, ha participado en un centenar de grabaciones para los sellos Harmonia Mundi, Virgin, Decca, Astrée y Opus 111, entre otros. A la par de su formación como violinista en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú, asistió a los cursos de dirección de orquesta de Guennady Rozhdestvensky y más adelante profundizó su formación junto al finlandés Jorma Pánula. Este recorrido le ha sido de utilidad para su actual dedicación a la dirección de orquesta. Chamorro ha dirigido grupos como el Ricercar Consort, la Orquesta Internacional de Italia, las Filarmónicas de Salerno, el Valle y de Medellín, las Sinfónicas Nacional de Colombia, EAFIT, de Caldas y Joven de Colombia, al igual que las orquestas de las Universidades Nacional de Colombia y Javeriana. Desde 2004 es Director Titular de la orquesta Les Muses Galantes de París. Así mismo, es fundador y director de las Orquestas Clásica y de la Barroca de Colombia, con la que publicó la primera grabación hecha en el país de los conciertos para violín de Bach y de dos conciertos de L’Estro Armonico de Vivaldi.

 

Benjamin Schmid, violín (Austria)

Schmid se formó en el Mozarteum de Salzburgo, en Viena y en Filadelfia. Ha concentrado su atención en la ejecución de las obras para violín de compositores austríacos como Berg, Goldmark, Korngold, Kreisler, Muthspiel, Schoenberg y Webern. Es, igualmente, un destacado intérprete de la música de Mozart y ha sido invitado como solista frente a orquestas entre las que se encuentran la Philharmonia, Concertgebouw de Ámsterdam, Filarmónica Checa,  Gewandhaus de Leipzig, Tonhalle de Zurich, National Symphony de Washington, Sinfónica de Houston, Gulbenkian, Sinfónica de la Radio Finesa, Filarmónica de San Petersburgo, Nueva Filarmónica de Japón, Sinfónicas de Singapur y de Taiwán y del Festival de Hong Kong. También es invitado frecuente a los principales festivales de música de cámara. Schmid trabaja con la Filarmónica de Viena con la que en 2001 interpretó el concierto de Fritz Kreisler dirigido por Valery Gergiev en un evento transmitido en más de sesenta países y publicado en CD y DVD por Deutsche Grammophon. Junto a dicha orquesta abrió el Festival de Salzburgo en 2004. Con su esposa, la pianista Ariane Haering, ha grabado numerosas piezas de Mozart, en especial aquellas que nunca antes habían sido interpretadas. También se desempeña en el terreno del jazz para el que desarrolló un homenaje al célebre violinista canadiense Stephane Grapelli. Schmid toca en un Stradivarius datado 1705.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org