Concierto 14 – Marta Zabaleta: sonatas para piano K 279/189d, K 457 y K 331/300i

 

 

 

Segunda edición del Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá
Bogotá es Mozart, 1 al 4 de abril de 2015

 

15 escenarios en 10 localidades de la ciudad
63 conciertos, más de 500 artistas y 44.000 asistentes

 

Concierto No. 14

Auditorio Fabio Lozano
Jueves 2 de abril de 2015, 15:00

 

Marta Zabaleta, piano, España

 

Sonata para piano No. 1 en Do mayor, K 279/189d (1774)

I. Allegro

II. Andante

III. Allegro

 

Sonata para piano No. 14 en Do menor, K 457 (1784)

I. Molto allegro

II. Adagio

III. Allegro assai

 

Sonata para piano No. 11 en La mayor, K 331/300i (1783)

I. Andante grazioso

II. Menuetto

III. Alla Turca – Allegretto

 

 

Se podrían abordar las sonatas para piano de Mozart para presentar evidencia de la evolución de su estilo, aún si se pasara por alto la discusión sobre lo que significa evolución en un compositor y de si hay forma de precisar lo que se quiere decir con estilo, sin incurrir en ambos casos en muchas inconsistencias y graves contradicciones. Más justo sería ver que las sonatas revelan cuánto sucedió en la vida del compositor cada vez que abordó la composición de ellas. Habría que decir que el piano es una novedad que se asienta precisamente en vida de Mozart y también gracias a él, recordando que el portentoso instrumento de la sala de conciertos de nuestros días no era el instrumento del que disponía Mozart. Los de su tiempo, especialmente los de los talleres vieneses, como ocurre con los originales y las copias que son cada vez más apetecidas, propiciaban una articulación precisa y chispeante, sensible a la velocidad de ataque de las notas, ligeros, rápidos, sensibles al tacto con un recorrido corto al presionar las teclas y baja resistencia a la presión de los dedos. Su sonido era suave y nervioso y se ponían a tono mediante sistemas de afinación temperados que variaban considerablemente los sonidos producidos hacia los extremos del teclado. Esto facilitó a Mozart a los 18 años, como en el caso de la sonata K 279, escribir para él mismo una pieza de exhibición que tocaba en sus largos viajes de juventud mostrando sus habilidades y teniendo listo para la venta un ejemplar impreso que el público podía comprarle para ensayar su suerte en un recién adquirido piano. Pero no se trata de una simple exhibición de destreza, la que demanda esta obra. Aquí estamos frente a la primera de las sonatas para piano que sobreviven, pues las cuatro que compuso cuando tenía apenas 10 años desaparecieron dejando sólo rastros en la correspondencia ye en comentarios de otros. Un gran mérito de esta obra es que ya no suena como una obra del barroco porque presenta motivos musicales con una estabilidad rítmica que los liga al desarrollo y la estructuración de todo un movimiento. Es decir, Mozart planteó las bases mismas del clasicismo a partir de esta obra con la que sacó provecho de las posibilidades del piano, distintas a las del chémbalo que venía en declive. Y desde entonces, sus sonatas son cada vez más pianísticas.

Como la corte de Salzburgo, en la que Mozart estuvo empleado hasta sus 25 años, no tenía uso sus sonatas de piano, cada vez que abordó el género, lo hizo atendiendo a sus intereses personales ligados a su carrera, a su relación con otros músicos de ciudades distintas e incluso pensando en sus alumnas y alumnos. Así, su sonata K 331, compuesta cuando ya se había trasladado a Viena y tras el rompimiento emocional con su familia, denota una potencia emocional que impresiona por el carácter íntimo y personal de su primer movimiento. Escrito en forma de tema con seis variaciones, explora y explota todas las posibilidades de significación sentimental de un tema que mueve a la expresividad en todos sus ángulos y, rasgo característico del clasicismo, deriva de sus recursos rítmicos, las variantes de expresión y estructura que conforman el movimiento. Todos los movimientos de la pieza se encuentran en la misma tonalidad, lo que le da un carácter homofónico que resulta matizado por los contrastes en el carácter de los movimientos. Al minueto con su trío le sigue uno de los fragmentos más famosos de toda la música de Mozart, lamentablemente escuchado fuera del contexto de toda la obra, en arreglos que sirven con demasiada frecuencia para llenar los espacios de salas de espera, ascensores y centros comerciales. En este tercer movimiento, Mozart propone una música a la turca, una presentación de las posibilidades musicales del piano, instrumento capaz de imitar a las bandas de jenízaros turcos que tocaban una música estrepitosa con platillos y tambores, volteretas en el aire y vestidos de pantalones bombacho y chalecos cortos que el propio Mozart puso en escena en su ópera El rapto en el serrallo de 17XX.

La sonata K 457 es uno de los escasos ejemplos de obras suyas compuestas en modalidad menor, lo que los estudiosos señalan como una coincidencia con circunstancias difíciles de la vida del compositor. Recuerdan otra obra en modo menor que Mozart terminó luego de la muerte de su madre, por ejemplo. Esta obra está dedicada a Thérèse von Trattner, alumna suya, esposa de un amigo y arrendador de Mozart y Constanze y con quien algunos biógrafos suponen que Mozart encontró una intimidad artística y emocional que le dio a su amistad un significado elevadísimo. Esta obra apareció publicada en Viena el año siguiente a que los Mozart cambiaran de casa y se fueran del apartamento de los Trattner, en lo que se para Mozart debió ser un rompimiento doloroso que expresó en la sonata. En esta pieza el sonido del piano es riquísimo y explora las posibilidades orquestales del instrumento por el trabajo elaborado sobre registros del instrumento que podrían corresponder con el reparto de registros que tenían los instrumentos de la orquesta en su momento.

 

Marta Zableta, piano (España)

A los 16 años de edad obtuvo el 1er premio en la carrera de piano en San Sebastián, en el país vasco español. Posteriormente recibió instrucción en el Conservatorio Superior de Música de París, la Escuela Reina Sofía de Madrid y la Academia Marshall de Barcelona con Alicia de Larrocha. Tras recibir premios en concursos internacionales de piano, Zabaleta inició su actividad de conciertos que la ha llevado a tocar con un gran número de orquestas españolas que incluyen las de Euskadi, RTVE, Comunidad de Madrid, al igual que con la English Chamber Orchestra, Sinfónicas de Londres y de Berlín y a colaborar con directores como Colin Davies, Daniele Gatti, Sergiu Comissiona, Harry Christophers y otros más. Para las presentaciones de cámara sus colegas han sido el chelista Asier Polo, con quien grabó para BBK y en cuya compañía debutó en el Carnegie Hall de Nueva York, al igual que el pianista Miguel Borges Coelho y el Cuarteto Ysaie. También ha grabado para los sellos EMI Claves y RTVE. En la actualidad es maestra en Musikene, Centro de Música Superior del País Vasco y dirige la Academia Marshall desde 2010, por designación directa de Alicia de Larrocha. Esta institución, fundada en 1901 por Enrique Granados sostiene y alienta una escuela española de piano con tradición más que centenaria.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org