Concierto 10 – Alexander Gavrylyuk: obras para piano de Rachmaninov y Balakirev
Tercera edición del Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá
Bogotá es la Rusia Romántica, 12 al 17 de abril de 2017
17 escenarios en 10 localidades de la ciudad
50 conciertos, 19 compositores y 45.477 asistentes
Concierto No. 10
Teatro Estudio
Jueves 13 de abril de 2017, 15:30
Alexander Gavrylyuk, piano, Ucrania
Sergei Rachmaninov (Rusia, 1873 – Estados Unidos, 1943)
Preludio No. 12, allegro en sol sostenido menor, Op. 32 (1910)
Preludio No. 5, alla marcia en sol menor, Op. 23 (1901 – 1903)
Études Tableaux, Op. 39 (1916 – 1917)
No. 1, allegro agitato en do menor
No. 2, lento assai en do menor
No. 5, appassionato en mi bemol menor
No. 6, allegro en la menor
No. 7, lento lúgubre en do menor
No. 9, allegro moderato. Tempo di marcia en do menor
Moment Musicaux, Op. 16 (1896)
No. 4, presto en mi menor
No. 3, andante cantabile en si menor
Mili Balakirev (Rusia, 1837 – 1910)
Islamey, fantasía oriental, Op. 18 (1869)
El de Balakirev es el caso de un talento musical que se expresó por gusto y necesidad íntima, apoyado en escasa instrucción privada y sin estudios formales. Mientras compuso piezas de corte nacionalista, no existía en Rusia ningún conservatorio. Luego conoció a Glinka, acreditado como el fundador de la tendencia nacionalista y esto le dio reconocimiento y estímulo que lo llevó al centro del grupo de compositores conocido como Los cinco. En 1862, cuando al fin se fundó el primer conservatorio en San Petersburgo bajo la orientación del pianista y compositor Anton Rubinstein, surgió un antagonismo entre el grupo de Balakirev y el conservatorio basado en el temor de Los cinco a ser rechazados, a merecer desprecio por los alumnos y maestros de la institución. Pretextaron argumentos antisemitas, pues Rubinstein provenía de una familia judía convertida al cristianismo y el conservatorio pronto se llenó de alumnos judíos privados de acceso a las universidades. También prejuiciaban que habría un academicismo rígido e inexpresivo y una tendencia germanófila. Los cinco se afirmaban en unos valores nacionalistas, eslavófilos o asiáticos. Detestaban a Bach sin conocer su música y, cuando al fin comenzaron a estudiarla, fueron repudiando sus antiguos recelos. Algo similar les ocurrió frente a la música de Wagner. Glinka acreditaba los méritos de Balakirev, a la vez que lamentó las deficiencias en su formación que consideró responsable de sus limitaciones como compositor.
La fantasía oriental Islamey, no obstante, es un reto de técnica y expresión personal para cada pianista que la asume. Balakirev la compuso en el período en que el imperio ruso se expandía desde Finlandia hasta las orillas del Pacífico y sumaba territorios en Asia Central. En los sueños expansionistas, la música «oriental» quería sonar como música nacional, exótica y local al mismo tiempo. Algunas armonías insistentes y elementos rítmicos provenientes de las técnicas de ejecución de unos cuantos instrumentos de percusión, constituyen la base de ese orientalismo, diestramente propuesto en Islamey. Para brindar contraste, a la mitad de esta breve y furibunda pieza, hay un pasaje romántico que termina cuando retornan las demandas de velocidad, insistencia rítmica y furor.
Rachmaninov, por el contrario, fue alumno destacado del conservatorio. Sus piezas en este programa presentan su vena romántica, bajo la influencia de las obras de Schumann del mismo título. Sus estudios en forma de retrato sirvieron de ejercicio, tanto al compositor como a los intérpretes, para indagar los medios más eficaces de plasmar diversos y contrastantes estados emocionales. En comparación con Los cinco, tanto Tchaicovsky como Rachmaninov, fuertemente influido por el anterior, ofrecieron obras que homenajeaban a Anton Rubinstein. Sin temor frente a la supuesta mala influencia de Bach, cuando Rachmaninov observó que llevaba compuesta ya una buena cantidad de obras para piano solo en muchas de las tonalidades que constituyen la escala cromática, se decidió a completar toda la paleta de tonalidades, como lo hiciera Bach, con sus cuarenta y ocho preludios y fugas, y más tarde, Chopin, quien también abarcó ese espectro.
Alexander Gavrylyuk, piano (Ucrania)
El pianista Alexander Gavryulyuk inició estudios de piano a los siete años y a los nueve dio su primer concierto. A los doce ganó su primer premio en el festival de Senigalia en Italia y a los trece lo hizo en el segundo Concurso Internacional Horowitz en Kiev, Ucrania, a donde regresó en 1999 y obtuvo el primer puesto y la medalla dorada. Lo mismo ocurrió en 2000 en el concurso de Hamamatsu en Japón donde fue merecedor del primer lugar y la medalla de oro. Gavrylyuk vivió en Australia entre 1998 y 2006, allí se presentó en la radio y televisión, actuó en festivales y estableció vínculos que lo han llevado, entre otras salas, a la afamada Ópera de Sydney. Desde su primera visita a Japón ha retornado muchas veces para presentarse en algunas de sus más famosas salas. En 2005 obtuvo el primer premio en el concurso Arthur Rubinstein a la mejor ejecución de un concierto clásico. Ese mismo año grabó en vivo un DVD de su presentación en el festival de descubrimientos de piano en Miami. Gavryulyuk ha tocado al lado de orquestas como la Nacional Rusa, Filarmónica de Israel, Sinfónica de Tokio, Filarmónicas de Osaka y de Varsovia, de Cámara de Israel, Filarmónica de Kiev y Sinfónica de Melbourne. Entre los directores con los que ha participado, se cuentan Vladimir Spivakov, Leif Segerstam, Vladimir Fedoseyev, Igor Gruppman y Dan Ettinger. A la fecha, Alexander Gavrylyuk reside en Moscú.
Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org