Anne-Sophie Mutter y Mutter Virtuosi: obras de Mendelssohn, Bach y Vivaldi

Anne-Sophie Mutter, directora y violín, Alemania

Mutter Virtuosi, Alemania

Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo

Jueves 7 de noviembre de 2019, 20:00

Felix Mendelssohn (Alemania, 1809-47)

Octeto para cuerdas en mi bemol mayor Op. 20 (1825)

I. Allegro moderato ma con fuoco

II. Andante

III. Scherzo: Allegro leggierissimo

IV. Presto

Johann Sebastian Bach (Alemania, 1685 – 1750)

Concierto para dos violines en re menor, BWV 1043 (1720?)

I. Vivace

II. Largo ma non tanto

III. Allegro

Antonio Vivaldi (Italia, 1678 – 1741)

Conciertos para violín Las cuatro estaciones, Op. 8 (1720-23?)

Anne-Sophie Mutter, solista

No. 1 en mi mayor RV 269, La primavera

I. Allegro

II. Largo

III. Allegro

No. 2 en sol menor RV 315, El verano

I. Allegro non molto

II. Adagio

III. Presto

No. 3 en fa mayor RV 293, El otoño

I. Allegro

II. Adagio molto

III. Allegro

No.4 en fa menor RV 297, El invierno

I. Allegro non molto

II. Largo

III. Allegro

El Octeto de Mendelssohn es una obra expansiva en la que el primer movimiento sienta el carácter alegre de la pieza con la velocidad intensa y la marcación de su pulso; el segundo movimiento es un poco más pausado y da paso a dos joyas en el desarrollo de la música del romanticismo. Para cuando Mendelssohn lo compuso ya había entablado amistad con el polígrafo Goethe y se inspiró en unos versos del Fausto conocidos como la Balada de la noche de Walpurgis en referencia a la contemporánea de Carlomagno devenida en santa por el apoyo a los dolientes que abandonaban sus creencias para someterse a la cristianización. La de Walpurgis es una fiesta de muertos que ocurre a la llegada de la primavera, cargada de erotismo, fiesta de brujas, ritos prohibidos y desenfreno. Walpurgis fue tan importante para Mendelssohn que reapareció en el estreno de su Primera sinfonía en Londres como una orquestación de este scherzo en el lugar del tercer movimiento. Más adelante compuso para orquesta y voces La primera noche de Walpurgis. Charles Rosen destaca el aporte de Mendelssohn a la técnica compositiva romántica por el empleo de una estructuración cíclica: el tema del tercer movimiento continúa en el cuarto, lo lleva hasta el final del movimiento, lo reintroduce sin pausar el curso de la música y logra en los oyentes sensación de familiaridad, de pertenencia del sonido y de su estructuración. La importancia del asunto de Walpurgis ha sido estudiada a profundidad por analistas como John Michael Cooper quien sostiene, a lo largo de trescientas páginas, que el luterano Mendelssohn, hijo de judíos, nieto del más destacado filósofo judío de su momento, en su alusión al asunto marca la contradictoria relación entre lo aparentemente bueno, que no lo es y lo malo, que tampoco es. Mendelssohn, por cierto, contaba apenas dieciséis años cuando compuso el Octeto.

Bach admitió que todos imitamos. En su caso, fue un imitador de los conciertos solistas de Vivaldi que transcribió para orquesta con teclado o para órgano. También imitó a otros italianos como Corelli y a sus antecesores que cimentaron el formato del concierto para orquesta con instrumento solista. Bach empleó los recursos solistas con mayor complejidad, ahondó la compenetración entre los solistas y la estructura de la obra y aportó a la solidez del formato que fue fundamental entre compositores clásicos y románticos.

Vivaldi, por su parte, compuso un número indeterminado de conciertos para instrumento solista, muchos de los cuales desaparecieron y dejan el inventario actual en más de trescientos. Entre ellos se destacan los de violín caracterizados en el estilo del norte de Italia y por su incorporación de la práctica romana como la de Corelli, entre otros. Los cuatro conciertos programáticos alrededor de la idea del cambio de emociones según se suceden las estaciones del año se consideran excepcionales piezas concebidas cuando ya el barroco comenzaba su fin.